Skip to main content

Salto cuántico: entre todos para todos

Hubo un momento en que las personas, para sentirse más importantes y realizadas, emergían por encima de otras a base de hundir, devaluar, menospreciar y atacar al resto. Por suerte, hemos sido capaces de darnos cuenta de que esta manera de hacer no funciona. Es más, hemos visto cómo no solo no nos ayuda a conseguir nuestros objetivos, sino que nos destruye. El salto cuántico nos lleva a vivir un momento en el que para sentirnos bien y en armonía lo debemos hacer ayudando a los demás. Si ayudamos a las personas a emerger, también subimos nosotros. Y, si las anulamos, nos anulamos a nosotros mismos.

Cada uno de nosotros tenemos el poder para hacer que otra persona enferme -algunos lo llaman el mal de ojo-. La verdad es que cuando tenemos pensamientos negativos sobre una persona estamos ejerciendo energías negativas sobre ella.  Pero no olvidemos que esas energías emergen de nuestro interior, así primero nos atacan y enferman a nosotros mismos. De la misma manera actúa la energía de los pensamientos positivos hacia los demás.

Los primeros pasos hacia el salto cuántico

Mientras hacemos el camino hacia el salto cuántico, hacia nuestro cambio de consciencia, puede que nos encontremos con una piedra. Tenemos que tener la herramienta para saber como enfrentarnos. Si coger un camino más largo sin cambiar el objetivo, voltear la piedra o utilizarla para salir más alto.  En este camino estamos acostumbrados a dar las responsabilidades de nuestras dificultades a otras personas y nos ponemos  en el papel de víctima. En otras ocasiones nos ponemos en el papel de salvadores, algo negativo porque para que exista el salvador, tiene que existir una víctima y así potenciamos su existencia. En otras ocasiones, adoptamos el papel de verdugo…  Debemos encontrar un momento para pararnos y hacernos responsables, de nuevo, de nuestra propia vida. Después, podremos empezar a actuar en consecuencia hacia un cambio global.

Para entender el salto cuántico hay una frase que lo resume todo: “Tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo”. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿por dónde empezar?. Yo suelo compararlo con ir al gimnasio: hay gente que va el primer día durante dos ó tres horas, al día siguiente tienen profundos dolores y muchísimas agujetas y ya no vuelven más. Con los cambios ocurre lo mismo, debemos incluirlos en nuestra rutina diaria de una manera paulatina.

Como los electrones que salen de su órbita y aparecen en otra órbita más allá nosotros también podemos cambiar nuestros hábitos y, pasado un tiempo, podemos estar viviendo una nueva realidad, como en una nueva órbita. Y podemos empezar con unos sencillos pasos.

salto cuántico

Controlar nuestras reacciones.-

No podemos controlar qué hechos o circunstancias nos va a traer el futuro, o cambiar las que nos hizo vivir el pasado. Los hechos siguen siendo los mismos, pero nuestras reacciones son sólo nuestras y son las que podemos empezar a controlar. Por ejemplo: si nos deja nuestra pareja lo podemos plantear como un gran fracaso personal o lo podemos ver como una posibilidad: esta nueva situación nos permite hacer aquel viaje que siempre quisimos emprender, estudiar un idioma o recuperar nuestro hobby olvidado hasta que volvamos a estar bien con nosotros mismos. Es en este momento que podemos tomar decisiones sabias, incluso recuperar la relación con esa persona que nos dejó –pero en una nueva relación sana, no de dependencia- o podemos agradecer que el Universo nos presenta a una nueva persona más adecuada para este momento de nuestra vida.

Es decir, el primer paso es tomar la responsabilidad de nuestra vida. Las personas nos estamos dando cuenta de que hay muchas cosas que es necesario cambiar. También en las consultas me doy cuenta que las personas que más enferman son aquellas que no quieren vivir ninguna responsabilidad, que no quieren salir de su zona de confort. Al final el cuerpo toma su precio porque estamos aquí para experimentar , para sufrir emociones buenas y malas, pero emociones al fin y al cabo que nos hacen sentir vivos.

Sufrir para vivir. No vivir para sufrir.-

Vivir el sufrimiento es muy diferente a vivir para sufrir. En el primer caso me refiero a que cuando vivimos una adversidad importante debemos afrontarla. A veces nos llevamos grandes decepciones porque nos hemos entregado mucho en algún tipo de relación (de pareja, familiar, amistosa, laboral…). En la siguiente relación nos entregamos un poco menos, y así sucesivamente. «Para no sufrir», nos decimos a nosotros mismos. En realidad, estamos dejando de vivir. Afrontar, sufrir, SENTIR y vivir las emociones negativas es tener coraje. Las personas que están enfermas pero viven, tienen la fuerza de salir de sus enfermedades. Son personas valientes. En cambio, vivir para sufrir hace referencia a todo lo contrario. Como os decía antes, no nos beneficia en absoluto adoptar el papel de víctima, de sufridores y obviar nuestras responsabilidades.

Por eso, para mí es muy importante que la persona que quiere adentrarse en el salto cuántico de la vida esté rodeada de buenos amigos e incorpore buenos hábitos. La gestión de las emociones de liberarnos de los miedos y de las ataduras se puede hacer mucho más rápido a través de  sesiones, y participar en talleres y cursos. En estos encuentros podemos descubrir cuáles son las herramientas de las que disponemos cada uno, cuales son nuestras fortalezas y utilizarlas.

Vivimos un momento en el planeta Tierra en el que cada uno de nosotros deberíamos aportar nuestro granito de arena para hacer globalmente el salto cuántico. El cambio no llegará si pensamos solo en nosotros mismos y de manera aislada al resto del mundo. Ha de ser un salto en beneficio de todos, y claro, solo lo conseguiremos entre todos.

salto cuántico

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

WhatsApp chat